
¿La despedida de Amaro?
Al mediodía del viernes último, Amaro Gómez fue llamado a la oficina del director de prensa, Luis Alberto Luengo, donde recibió el sobré azul. Llegaba así el fin de sus años como hombre ancla del noticiero público a partir del martes 31 próximo. Consuelo Saavedra había sido comunicada de lo mismo a las 11,30 de la mañana, noticia que ella esperaba y se tomó con toda calma.
Amaro, por su parte, no se entregó tan fácilmente, señaló a viva voz que más de la mitad de los miembros del directorio de TVN estarían en contra de su salida y que llevaría esa decisión al máximo nivel. Tras una fuerte discusión con Luengo, se retiró de la oficina advirtiendo que esto no quedaría así. Fueron dos meses de arduas negociaciones para conseguir que el españolado conductor accediera a bajar su sueldo a la mitad y a ceder su puesto a una colega. A Amaro le pareció inaceptable, presionó con todas sus cartas, incluidos algunos amigos en La Moneda, y se permitió solidarizar con Solabarrieta en el propio noticiero central, contraviniendo públicamente a la directora del canal.
Amaro se sumó así a la llamativa cantidad de portadas y titulares que la prensa empresarial -en todos sus formatos- ha dedicado en la última semana a la salida de TVN de su ex-empleado Fernando Solabarrieta. Los medios se dieron un banquete con el llanturréo del periodista, la dramática reunión familiar donde comunicó a sus hijos que no volvería al canal público, la supuesta pelea a combos con otros personajes del rubro futbolero, el triste futuro que lo espera por el pago en cuotas de su recién adquirido auto de lujo, No sólo mostraron el rostro demacrado y contrito de Solabarrieta en todos los horarios de tv, sino incluso desplegaron móviles hasta Puerto Natales para entrevistar a sus padres y amigos de infancia. Un torrente de lágrimas y una guerra mundial entre comentaristas deportivos a la que se sumaron con entusiasmo Guarello, Carcuro, Bianqui, Palma entre otros, como si la no renovación del contrato de trabajo de Solabarrieta fuera relevante para el país.
El caso de Pedro Carcuro es increíble. No resulta de buen gusto criticar a la administración sin argumentos plausibles cuando el canal que le paga un sueldo millonario está atravesando un momento difícil. Es golpear en el suelo y maniatado a su empleador. Una cobardía y una muestra de deslealtad del comentarista que se abrazaba con Pinochet mientras la CNI torturaba a su hermana, que además se sentó sobre cláusulas de confidencialidad que seguramente contiene su ventajoso contrato.
La prensa empresarial -prácticamente toda la existente en el país- ha usado el "asunto Solabarrieta" y ahora seguirá con Amaro, para darle como bombo en fiesta a la actual administración de TVN. Con la complicidad de Carcuro y los otros llorones se ha puesto en curso una verdadera campaña destinada a desprestigiar a Ricardo Solari y Carmen Gloria López. El objetivo implícito: profundizar la crisis y privatizar la estación estatal. En estos días se ha desvirtuado una anécdota simple: Solabarriete ganaba un sueldo ético de dieciséis millones de pesos mensuales y TVN le ofreció renovar su contratación por cinco millones mensuales. El periodista partió entonces a pelar a su canal -aún con contrato vigente- al de su competencia directa. Con más de veinte puntos de rating, se dio maña en detallar su situación laboral, victimizarse y convertir a su patrona, Carmen Gloria López, en la villana del cuento.
Recordemos que López es periodista, oriunda de San Bernardo, discípula de Mercedes Ducci, divorciada de un primer marido y actual pareja del ex alcalde de Santiago (UDI) Raúl Alcaíno. Carmen Gloria llegó al máximo cargo de TVN en junio del 2014, propuesta y escoltada por Ricardo Solari, presidente del directorio del canal público, quien debió sortear la resistencia que el nombre de López produce en la industria -por su supuesta falta de experiencia- y entre personeros concertacionistas como Osvaldo Andrade y Guido Girardi.
El núcleo de la política de López para TVN lo define ella misma en términos algo domésticos : "la buena televisión se cocina a fuego lento y lo que podemos hacer ahora es buscar ideas, probarlas, desarrollarlas y profundizarlas”. Excelentes intenciones pero lo cierto es que hasta aquí su administración no exhibe buenos resultados: el noticiero central y el matinal se fueron a pique hasta estabilizarse en el cuarto lugar de la tabla de posiciones.
El acorazado del prime ‘Informe Especial’, superó todas sus marcas -a la baja- con 1,7 puntos. La última temporada de ’31 Minutos’ -el orgullo de López- no pasó de los 7 puntos. El bastión del tren programático, Buenos Días a Todos, marca un punto en muchos de s tramos. Todo este panorama se traduce en que el rating promedio de la estación llegue sólo a cuatro puntos.
En este contexto, la peor teleserie parece ser la de los ingresos del canal público: en febrero facturó sólo un tercio de lo esperado, la cifra más baja en una década. Las finanzas del canal se han hundido, los avisadores huyen en estampida y queda al descubierto una de las falencias estructurales de TVN: su dependencia financiera de los grupos económicos y de las veleidades del mercado.
El Departamento de Prensa es otro desastre. Luis Alberto Luengo llegó con bombos y platillos a emprender una cruzada por el periodismo de calidad. El esfuerzo reformador incluyó viajes a Europa para aprehender de primera manó las virtudes de la televisión pública en Inglaterra y otros países, cosa que -en mi modesta opinión- se podía googlear desde las oficinas de Bellavista.
Tal vez esos onerosos gastos, pagados con el erario público, pudieron tener sentido si Luengo hubiera incrementado la cobertura de los escándalos de corrupción de la Elite. Pero no, su departamento de prensa más parece un comando de relaciones públicas de la Nueva Mayoría trasmitiendo temas poco relevantes con el acento absurdo de Amaro Gómez. El rechazo a la figura ancla de las noticias públicas se multiplicó hasta convertirse en gritos desesperados de la audiencia para que alguien se apiade y lo haga desaparecer de la pantalla más fría de la historia de TVN.
Mauricio Bustamante tampoco se salva de las revelaciones en las redes sociales que lo ligan a intereses empresariales que habrían financiado su "beca" en Estados Unidos. Otro caso de este tipo fue el de Consuelo Saavedra, la esposa de Andrés Velasco, el hombre de "las malas prácticas" que cobró 25 millones de pesos por un almuerzo con Carlos Alberto Délano. El evidente conflicto de intereses ha hecho insostenible la presencia de Consuelo en TVN, no por el imperio del más básico criterio, sino por la exigencia de los consumidores de televisión, el público, que no quiere ser informado por alguien tan inmiscuido en los temas que debería tratar sólo con apego a la verdad.
Es curioso que ni Amaro ni Solabarrieta ni Carcuro ni los demás rostros llorones se han solidarizado con sus numerosos compañeros que quedaron cesantes en los últimos meses en TVN. Decenas de trabajadores despedidos ,en muchos casos, después de dedicar su vida al canal público. Ningún rostro rompió el silencio por ellos, no se escuchó padre... tampoco del representante de los trabajadores ante el directorio, Santiago Pavlovic. Sólo la salida de Solabarrieta les produce abrazos sobreactuados en el noticiero central, mocos colgando en la pantalla propia y ajena, palabras de acabo de mundo... Por qué? Qué hay detrás de este comportamiento en rostros siempre prescindentes como Claudia Conserva, Karen Doggenweiller, Jordi Castell o Amaro Gómez. Mi impresión es que en realidad lloran por ellos mismos, mirándose el ombligo. Saben que TVN no puede resistir muchos tiempo más con estos rating. Sospechan que sus sueldos son una inmoralidad manifiesta. Presienten que sus "talentos" no son los adecuados para esta etapa de la vida del país, cuando ha quedado en evidencia para la opinión pública que un trabajador del canal público debe tener "vocación pública", concepto que ellos ni siquiera incluyen en su lenguaje latente.
Desde mi punto de vista es enteramente lógico que TVN prescinda de Solabarrieta y de varios otros rostros. Superar la crisis del canal hace urgente modificar notoriamente su "cara visible". No más rostros asépticos, deslavados, leales sólo a su billetera y descomprometidos. No más figuras que no entienden el concepto de "misión pública", que aspiran a convertirse en rostros de retail, que insultan a sus colegas periodistas de farándula, hablan frivolidades en revistas del corazón y se comportan como estrellas de Hollywood.
Cualquier intento de TVN por recuperar sintonía con la audiencia y credibilidad en los contenidos requiere, como primera medida, una señal inequívoca de renovación en sus rostros. El público ha señalado a través de todos los mecanismos de que dispone, que quiere ver animadores y periodistas jugados por la libertad de expresión, comprometidos con el pluralismo, con la mística de "obreros de las comunicaciones", que den garantías de independencia respecto de cualquier interés distinto que el de la audiencia. Y ya que estos atributos son difícilmente exigibles en los canales de propiedad privada, es un requerimiento inexcusable para TVN al que en realidad la señal está obligado por ley.
La crisis del canal requiere sacudirse de los rostros que no están dispuestos a trabajar como servidores públicos, pero además precisa de una conducción de cara a la opinión pública que logre concitar apoyo de masas. Parece imprescindible que el público sea informado de lo que está en juego: la existencia del único medio de comunicación relevante que no está completamente en manos del empresariado....aún.
Pamela Jiles
23-03-2015
